En la vida laboral, siempre hay situaciones donde alguien quiere ganar. Esa mentalidad de “mi manera o nada” es el corazón del estilo competir dentro del modelo Thomas-Kilmann. Este estilo de resolución de conflictos se basa en imponer tu punto de vista y asegurar que las cosas se hagan tal como lo necesitas o quieres. Suena agresivo, ¿no? Bueno, no siempre lo es. Hay momentos donde competir es justo lo que se necesita para alcanzar un objetivo clave.
¿Qué significa el estilo competir?
El estilo competir se caracteriza por una alta asertividad y una baja cooperación. Si usas este enfoque, estás priorizando tus necesidades o intereses sobre los de los demás. Es el estilo de las decisiones rápidas y las acciones firmes, pero también puede ser percibido como un “paso por encima de todos”. Es como si dijeras: “Primero yo, y luego hablamos”.
No todo es malo en competir. Hay ocasiones donde este estilo es clave para tomar el control y sacar adelante una situación que requiere liderazgo rápido. Pero también puede volverse problemático si se usa en exceso o en situaciones donde la colaboración sería una mejor opción.
Comportamientos clave del estilo competir
- Decisiones rápidas: Cuando alguien que compite encuentra un conflicto, no lo piensa mucho. Toman decisiones rápidas y esperan que los demás sigan su ejemplo.
- Alta confianza: Las personas que compiten suelen estar muy seguras de que tienen razón y están dispuestas a defender su opinión contra viento y marea.
- Uso de autoridad o poder: A veces, competir implica utilizar una posición de poder para imponer la solución que se considera mejor.
- Poca escucha: Aquellos que compiten no siempre se detienen a escuchar otras perspectivas. Su enfoque está más en encontrar una solución rápida que en llegar a un consenso.
Lo bueno del estilo competir
Usar el estilo competir puede ser tremendamente efectivo cuando:
- El tiempo apremia: En situaciones donde hay que tomar decisiones rápidas o salvar una crisis, competir puede ser el enfoque adecuado.
- Defender lo correcto: Cuando sientes que una decisión es crucial para los principios de la organización o para el bienestar de otros, competir asegura que esa postura no se pierda.
- Momentos de emergencia: En contextos como la seguridad, donde no hay tiempo para debatir, este estilo es clave.
Lo malo del estilo competir
Claro, competir también tiene su lado negativo. Algunos problemas comunes de este enfoque son:
- Deterioro de relaciones: Si siempre impones tus ideas, las personas pueden sentirse ignoradas o desvalorizadas.
- Cultura de conflicto: Usar demasiado este estilo puede crear un ambiente de competitividad tóxica en lugar de colaboración.
- Falta de ideas diversas: Al no escuchar otras perspectivas, podrías perderte soluciones más creativas y efectivas.
¿Cómo mejorar si tiendes a competir?
- Respira antes de reaccionar: Antes de imponerte en una situación, tómate un momento para evaluar si competir es realmente la mejor opción.
- Practica la escucha activa: Aunque te sientas seguro de tu solución, escucha lo que los demás tienen que decir. Tal vez complementen tu idea o te ofrezcan una perspectiva que no habías considerado.
- Usa tu poder con responsabilidad: Si tienes una posición de autoridad, recuerda que imponer tu opinión no siempre es la mejor manera de liderar.
- Reserva competir para los momentos correctos: Este estilo funciona mejor cuando el tiempo es crítico o las decisiones son innegociables. En otros casos, podría ser mejor colaborar o comprometerse.
Concluyendo
Competir tiene su lugar en la resolución de conflictos. Es el estilo de las decisiones firmes y la acción rápida. Pero recuerda: no todo en la vida laboral se trata de ganar. Si quieres mantener relaciones saludables y un ambiente de trabajo colaborativo, elige bien tus batallas. Usar el estilo competir de manera consciente te convertirá en un líder eficaz y respetado.